miércoles, 10 de agosto de 2011

Una entrada personal. No la leáis, de verdad que no es necesario, solo la escribo para desahogarme.

Me he ido de mi casa, la situación se ha puesto que no había quien aguantara. He salido sin nada, sin llaves (he saltado la valla), sin cartera, sin móvil. Yo con un bañador puesto, unas chanclas y una camiseta rota.

Luego he vuelto, he recogido mis cosas y a tomar viento y a vivir.
Me he dado cuenta que he cogido demasiada poca ropa. El saxo, el clarinete, un tocho de apuntes, el portátil, el dinero que tenía (que no va a dar para mucho) y ya está.

Mis preocupaciones ahora mismo son pocas, siento que me he quitado un gran peso de encima, pero aunque pocas, las que tengo son bastante grandes.
En primer lugar mi madre, mi hermana y mis abuelos; luego irían encontrar un trabajo para no chupar demasiado del bote de la gente que me está ayudando (gracias a todos, pero prefiero no nombraros ahora), después la carrera, mi perro y creo que ya está.

A mi familia y amigos decidles que estoy bien, de hecho os sorprenderíais de verme tan entero.

Y sé que ésto no va a ser fácil a partir de ahora, pero en línea general todo va a mejorar bastante, podré sonreír, hablar, contar chistes... y todo sin miedo a que a alguien le pueda sentar mal algo que haya dicho y que para el 95% de los mortales no tiene ni la más mínima importancia.

La verdad es que no sé de dónde he sacado la fuerza, pero no podía vivir con una persona que está peleada con el mundo, que cualquier cosa tires por donde tires le va a poner una pega y no de manera suave, sino muy alterado, dando voces, hablando mal y que luego encima diga que es la persona más tranquila y más feliz del mundo.

El maltrato físico debe de ser horrible, pero el psicológico no es más recomendable. Yo no podía más.

Un abrazo a todos y todas.
Christian.

1 comentario:

  1. He llegado de rebote a tu blog pero me he sentido muy identificado. Mucha suerte y adelante con TU vida!!!

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